Las preocupaciones, ¿por qué le doy tantas vueltas a las cosas?

Las preocupaciones, ¿por qué le doy tantas vueltas a las cosas?

Seguro que te has encontrado alguna vez pensando lo siguiente: “¿por qué le doy tantas vueltas a las cosas?”.  O preguntas como, por ejemplo: “¿qué pasaría si no aprobase el examen?”. “¿Qué pasaría si no acabase el trabajo a tiempo?”. “¿Y si pierdo mi trabajo?”. O “¿y si me deja mi pareja?”.

¿Qué son las preocupaciones?

Son un tipo de pensamientos que se consideran como una forma de resolución de problemas, porque nos sitúan en posibles escenarios futuros donde podemos reflexionar acerca de cómo resolver determinadas situaciones o problemas.

¿Las preocupaciones son buenas o malas?

No son ni buenas ni malas, sino que son una respuesta normal y adaptativa hasta cierto punto, ya que se vuelven inútiles cuando interfieren en nuestra vida y nos pasamos más tiempo preocupados que resolviendo el problema en sí mismo, e incluso cuando ya no podemos controlar el tiempo que pasamos con ese tipo de pensamientos. De hecho, podrías llegar a pensar que cuanto más tiempo pases preocupándote o dándole vueltas a las cosas, mejor podrás resolver el problema o prevenir futuras consecuencias. Sin embargo, este no es el caso, ya que las preocupaciones prolongadas en el tiempo o muy frecuentes al cabo del día generan ansiedad y, a su vez, potencian esas preocupaciones.

¿Qué puedo hacer cuando me doy cuenta de que no puedo parar de darle vueltas a algo?

Para ello, vamos a ver otra forma de relacionarnos con nuestros pensamientos, en vez de perseverar en ellos provocándonos altos niveles de malestar. En primer lugar, hay que entender que intentar suprimir o controlar los pensamientos es contraproducente, ya que solo se consigue fortalecerlos y hacerte sentir peor. 

En vez de meternos en ellos e ir de un pensamiento a otro tenemos que “distanciarnos de los propios pensamientos”. Prestarles atención, observarlos puede ayudarnos a que nuestro malestar disminuya. Al distanciarse de estos pensamientos no los juzgamos ni los intentamos eliminar, simplemente dejamos que pasen por nuestra mente. Lo que solemos hacer de forma inadecuada es liarnos con ellos intentando solucionar algo y convirtiendo la solución en el problema. 

Un ejemplo 

Luis es una persona que su jefe le ha dicho que quiere una reunión con él, lo primero que le ha venido a la cabeza es que lo iba a despedir, este pensamiento le ha llevado a una cadena de pensamientos negativos causándole mucha ansiedad: ¿y si me despide?, ¿cómo voy a poder pagar el alquiler?, ¿y si no lo pago?,¿me quedaré en la calle,  ¿y sí acabo en la calle, después de todo lo que me he esforzado para tener un trabajo?, ¿y si?… ¿y si?…..¿y si?.

Esta sería la forma insana de relacionarme con mis pensamientos negativos, interaccionando con ellos con el ¿Y si….?; creando cadenas perseverantes de pensamientos que desencadenan emociones negativas y conductas que hace que cada vez me vea más atrapado en los pensamientos y con la sensación de incontrolabilidad de los mismos, pudiendo llegar a creer que me voy a volver loco o que finalmente me dará algo malo de los ansioso/a que me pongo

¿Cómo podemos manejar estos pensamientos negativos?

Lo que proponemos como estrategia de manejo de las preocupaciones y pensamientos negativos es el “distanciamiento”. Esta habilidad es algo complicada de comprender al principio, por ello te proponemos la siguiente metáfora explicativa de este concepto:

Una forma de entender el distanciamiento en mindfulness, y lo que requiere es que experimentes tus pensamientos como si fueran nubes que se desplazan por el cielo. Las nubes son parte del sistema de autorregulación del clima del planeta y sería imposible e innecesario intentar controlarlos. Trata de considerar que tus pensamientos y sentimientos son nubes que pasan y permíteles ocupar su propio espacio y tiempo sabiendo que, a la postre, dejarán de pasar.” Pero, además, esta nueva forma de relacionarnos con nuestros pensamientos necesita de otro componente, que sería algo el “desapego” de esos pensamientos. Es decir, se trata de experimentar un evento interno como un acontecimiento que es independiente de la conciencia del yo (de nosotros mismos). Es decir nosotros no somos el pensamiento, sino que el pensamiento es independiente de nosotros mismo. Consiste en convertirnos en observadores externos de nuestros pensamientos. 

Esta habilidad, como el resto de las habilidades nuevas que has aprendido a lo largo de tu vida, lleva su tiempo de práctica. No es fácil y, como cualquier habilidad, requiere un cierto nivel de esfuerzo, tiempo, paciencia y práctica continua.

Es importante destacar que no se utilice esta técnica como una forma de evitación emocional o cognitiva o como un medio para prevenir las consecuencias temidas. No es un medio para evitar los pensamientos, sino que se trata de relacionarse con los pensamientos y experimentarlos de una manera nueva que requiere una inacción manifiesta.

Si aún así, tras haber aplicado alguna de estas pautas, consideras que sigues teniendo dificultades en su manejo, en Perelló Psicólogos disponemos de profesionales que pueden ayudarte.

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